Donde descansan los ojos trata de esos estados mentales delirantes en que solemos entrar cada vez que miramos fijamente nuestros espacios domésticos sin ver nada, con los sentidos cerrados y nuestra mente despierta, en un proceso reflexivo autónomo, casi inconsciente.
Según los neurocientíficos esta parálisis o ensimismamiento se produce cuando la actividad neuronal del lóbulo temporal medial disminuye, y sucede especialmente en personas con falta de sueño o estrés.
La realidad es que este proceso mental nos conduce, de forma directa y muy efectiva, a repasar pensamientos y conectar con diferentes preocupaciones. Tal vez se trate de una fórmula de nuestra mente para llamar la atención sobre cosas que debemos hacer o reflexionar y que dejamos de lado por alguna razón. De la misma forma Osmy Moya utiliza el collage y el dibujo para influir y conducir nuestros propios estados de parálisis.
Osmy mezcla nuestra cotidianidad, retratando los objetos más comunes en los que solemos detener nuestra vista. Se centra en los símbolos que enclaustran los procesos autónomos de nuestra consciencia. Así una lavadora y un cactus, un ventilador y los girasoles con los que convivía Osmy en su infancia, pelean entre sí por la consciencia del artista y del espectador. Osmy es un excelente dibujante que nos abre las puertas a escenografías frescas y dinámicas, centradas en los rincones y en los objetos menos apreciados de nuestro día a día.
Estos collages de Osmy se presentan como la visualidad de un proceso mental. En ellos el lienzo es casi como una pizarra, atravesada con colores irisdiscentes. Es lo que podríamos llamar tropicalismo pop, acentuado con sombras histéricas y algo fauvistas.
Osmy nos sorprende con la forma en la que altera la composición de sus dibujos, con una visión marcada por los encuadres fotográficos de los Social Media. Así genera, de manera natural, composiciones que nos interpelan, y nos colocan directamente detrás de nuestro móvil, el más cotidiano y pop de nuestros artefactos.